Sé dónde encontrarla, siempre que se disgusta viene aquí. A veces me
cuenta que le gustan tus maneras, tus miradas y ese perfume que llevas.
Me dice que cuando llega a casa siempre huele a ti, que hay veces, que
se pierde en los recuerdos, que pierde la noción del tiempo. Dice que es
muy dulce cuando te oye reir, que siempre espera poder volverte a
encontrar. Me cuenta que ya no entiende más tu idioma, que sólo
entenderá lo que dices, si se lo dices sin palabras. Siempre que me
cuenta una historia sobre ti, me dice que eres como una droga, me dice
que le gusta pensar eso, pensar que te necesita, que se pierde si no
estás cerca. Aunque hay veces que se nota en su mirada que te siente
lejos a pesar de estar separados por unos pocos centímetros. Se frustra
cuando te ve marchar en la otra dirección, hay veces que siente como si
no tuviera ni una oportunidad. Cada vez que rozas su mano sube por ella
un sentimiento que recorre todo su cuerpo y pasa por sus venas. Quiere
decirte que te necesita, pero no sabe como encajar esas palabras en la
corta historia vivida sin que suene a hipocresía.
Tantas veces se
pregunta qué pasa por tu mente y se frustra por no tener un poco de
valor, por tener pánico al dolor, temor a los cambios, por ser tan débil
cuando estás alrededor. Aquí no hay mentiras, ni verdades completas.
Intenta decirte como se siente, pero cada vez que lo intenta todo se
vuelve un poco irreal. No es tan fuerte como piensas. Hay veces que la
encuentro en este lugar y ya no me dice nada. Calla, pero su mirada
habla. Me habla de historias tristes, de historias que acaban. De besos
que no llegan, de llamadas que aún espera.Veo como se ríe del tiempo,
cuando recuerda que un día le dijo que lo curaba todo. Me dice que
quiere abandonar esta batalla, pero que sabe que merecerá la pena luchar
por ello. Después de tanto tiempo, oyendo sus historias, notando ese
vacío en su corazón por el que tanto tiempo ella lloró. Después de todo
eso, un día, se levantó de ese lugar, miró al horizonte. El sol se
escondía encogido por la grandeza de su mirada. Se giró hacia mí, y me
dijo:
Este corazón libre nunca volverá a estar roto.